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Tal vez algún día regrese a la futura humanidad aquella cápsula del tiempo que se lanzó a la deriva hace ya muchos, muchos años cuya intención fue ilustrar a los posibles habitantes o exploradores del universo algo que jamás debió ocurrir y que jamás deberá repetirse… El desastre que provocamos en nuestro planeta y colindantes al dirigir nuestra inteligencia a la destrucción de todo aquello que tocábamos.
Nuestro planeta en aquellos trágicos días fue una isla en el océano del universo en la que atracamos para dedicarnos a jugar durante un breve espacio de tiempo. El juego consistía en interpretar diversos roles para reírnos de nosotros mismos al ocultarse el sol. Así pues, un grupo decidió ser organizador de estructuras, otro grupo ingenieros de sistemas, otro cirujanos, médicos o socorristas, transportistas, comerciantes, pilotos de caza, directores, maestros, constructores, jefes de equipo…
Todos aquellos roles fueron la gran diversión durante nuestra estancia en aquella isla maravillosa a la que llamamos Tierra. Lo disfrutamos, lo celebramos, nos reímos de nosotros mismos y lo repetimos nuevamente, día a día como una droga convincente.
Pero entonces ocurrió algo inesperado, algo que ninguno de nosotros llegó nunca a imaginar. A medida que íbamos interpretando nuestros roles más nos los creímos hasta llegar a olvidarnos de nosotros mismos, del afecto hacia nuestros propios hermanos y del lugar del que venimos, de nuestros orígenes. Nos invadió la avaricia, el odio, la venganza, los celos, la frustración, la extrañeza y el “NO”. Le dimos nombre a sensaciones emotivas que nunca debimos experimentar.
Las naves celestiales que nos trajeron a la isla partieron. En el mismo momento en que advirtieron nuestra desconcertante confusión a cada paso, nuestras naves celestiales parieron dejando entonces un pequeño bote al cual solamente un reducido grupo consciente del desastre pudo encontrar y subir a él, para dejar atrás el caos adentrándose en las misteriosas rutas del espacio y del tiempo…
Más de mil veces tuvieron que luchar para abrirse camino, para encontrar su origen o tal vez para encontrarse a sí mismos…
En estos momentos del relato me detengo al recordar que en algún lugar de Stanton los llamaban “Liberum Civis”.
Nace el proyecto ciudad LIBERUM CIVIS. Una comunidad de ciudadanos donde poder convivir y sentirse realizado, compartir experiencias y cooperar en su mantenimiento. LIBERUM CIVIS la formamos todos y todos tienen cabida en ella, porque LIBERUM CIVIS se centra en su comunidad, en sus ciudadanos.
Nace el proyecto ciudad LIBERUM CIVIS. Una comunidad de ciudadanos donde poder convivir y sentirse realizado, compartir experiencias y cooperar en su mantenimiento. LIBERUM CIVIS la formamos todos y todos tienen cabida en ella, porque LIBERUM CIVIS se centra en su comunidad, en sus ciudadanos.